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Nuestro léxico de pandemia (un año después)


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Foto: Freepik.

 La pandemia causada por el nuevo coronavirus ha repercutido a nivel mundial en todos los ámbitos de la sociedad y, por supuesto, el lenguaje tampoco ha escapado de ella. Una nueva realidad nos obligó a buscar nuevas palabras, enmendar algunas y rescatar otras…

Este 11 de marzo se cumplirá el primer año desde que el doctor Tedros Adhanon Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), decretó pandemia a la COVID-19, fecha en la que también se detectaron en el municipio de Trinidad (Sancti Spíritus) los primeros casos de COVID-19 en Cuba: tres turistas de la región italiana de Lombardía.

Luego de casi doce meses, «Buen Idioma» les propone realizar un repaso al léxico en tiempos de pandemia para conocer cómo ha cambiado el idioma, qué nuevas palabras hemos incorporado, qué voces tomaron un nuevo significado…

En principio, asintomático es un adjetivo que, en medicina, significa ‘que no presenta síntomas de enfermedad’ (diabetes asintomática o enfermo asintomático). Según el Diccionario de la lengua española (DLE), obra en la que está documentado desde la 22.ª edición (2001), también este vocablo se refiere a los ‘perteneciente o relativo a la enfermedad o al enfermo asintomático’, como se observa en la expresión fase asintomática de una enfermedad.

Con la primera acepción, en los últimos tiempos, debido a la pandemia de COVID-19 ha aumentado el empleo de asintomático como un sustantivo propiamente: La OMS matiza sus declaraciones de que los asintomáticos difícilmente pueden contagiar el virus. En contraposición a asintomático encontramos el término sintomático, el cual alude a lo ‘perteneciente o relativo al síntoma’.

Formado a partir de co- y morbilidad, este término, en medicina, alude a la ‘coexistencia de dos o más enfermedades en un mismo individuo, generalmente relacionadas’. Puesto que el sustantivo femenino comorbilidad se ha venido empleando también en contextos diferentes de la pandemia, recordamos que lo apropiado es escribirlo en una sola palabra, sin guion ni espacio intermedios; de ahí que no resulten adecuadas las formas ⊗co-morbilidad ni ⊗co morbilidad. Su plural es regular, por tanto, se forma agregándole -es: comorbilidades.

El Diccionario de términos médicos, de la Real Academia Nacional de Medicina de España, indica que comorbilidad proviene del inglés comorbidity y que se usa con dos significados: ‘presencia en un mismo sujeto de dos o más enfermedades de etiopatogenia y fisiopatología distintas que pueden interferir entre sí en el diagnóstico, pronóstico y respuesta al tratamiento’ y ‘coexistencia temporal en el mismo individuo de un trastorno inducido por el consumo de una sustancia psicoactiva y de un trastorno psiquiátrico’.

La palabra confinamiento, desde la 9.ª edición del Diccionario (1843), tiene una entrada en el gran lexicón español. En la última actualización del DLE (2020), se incorporó una acepción para referirse específicamente al ‘aislamiento temporal impuesto a una población por razones de salud o de seguridad’. Así, se ampliaba el significado de confinamiento, que no podía verse simplemente como la acción o el efecto de confinar, pues estos nuevos rasgos no estaban presentes en el término del cual proviene. De ahí que los nuevos matices relacionados con la duración, el carácter obligatorio y los motivos del aislamiento acercarían más este vocablo al uso que le damos los hablantes de hoy. Por estas y otras razones, en 2020, confinamiento fue la palabra del año para la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE).

El DLE incorporó también dos nuevas palabras relacionadas con confinamiento: desconfinamiento (‘levantamiento de las medidas impuestas en un confinamiento’) y desconfinar (‘levantar las medidas de confinamiento impuestas a una población, o a parte de ella, en un territorio u otro lugar’). Según consta en la Crónica de la lengua española 2020, de la RAE, la documentación de desconfinamiento antes de la crisis de la COVID-19 es prácticamente insuficiente, por lo que los testimonios hallados datan todos de 2020.

Quizás ninguna otra palabra haya entrado tan rápido como esta al DLE. Es que el simple hecho de asentarse en el uso y recorrer los medios de comunicación y las conversaciones entre los hablantes ya es un buen motivo para que coronavirus aparezca, desde 2020, en el Diccionario académico. Como es de suponer, dicho término está entre los más buscados en el DLE en los últimos meses y fue el elegido por nuestros lectores como la palabra que marcó el año 2020.

Coronavirus proviene del inglés coronavirus, de corona ‘corona solar’, por el aspecto del virus al microscopio, y este del latín corōna ‘corona’, y virus ‘virus’, y este del latín virus ‘veneno’, ‘ponzoña’. En medicina, alude al ‘tipo de virus que produce diversas enfermedades respiratorias en los seres humanos, desde el resfriado a la neumonía’. De este término se derivó el adjetivo coronavírico (o coronaviral), el cual se refiere a lo ‘perteneciente o relativo al coronavirus’.

Como señala el libro Crónica de la lengua española 2020, de la RAE, «pese a que pudiera parecer un compuesto plenamente español de corona — por el parecido del virus visto al microscopio con la corona solar — y virus, se trata en realidad de una voz acuñada en inglés en 1968, idioma en que se emplea la palabra crown para ‘corona’, excepto en el caso de la corona solar (esto es, la «aureola que rodea al Sol y que se puede observar durante los eclipses totales», según el DLE), que en inglés se denomina con el latinismo corona.

El término COVID-19, presente en el DLE desde 2020, es el acrónimo empleado para aludir, en medicina, al ‘síndrome respiratorio agudo producido por un coronavirus’ y nos llega del inglés COronaVIrus Disease 2019 ‘enfermedad del coronavirus del (20)19’, en cuyo uso se prescinde con frecuencia del 19, dígito que alude al año de la detección y posterior propagación de este síndrome respiratorio. Tanto el/la COVID-19 son opciones válidas para referirse al género de dicho sustantivo que, si se lexicaliza, lo apropiado es escribirlo enteramente en minúsculas por tratarse del nombre común de una enfermedad: covid, no ⊗Covid.

Para esta enfermedad, como ha señalado la FundéuRAE, el adjetivo correspondiente es covídico/a, que, como es lógico, aún registra un uso muy escaso. A partir de él, podría formarse perfectamente la expresión vacuna anticovídica. En ningún caso sería apropiado separar con un espacio o con un guion el prefijo anti- del adjetivo covídica, pues la Ortografía de la lengua española indica que los elementos compositivos se escriben soldados a la base léxica que afectan, mientras esta sea un solo término.

En los medios de comunicación, se ha observado el empleo del término covidiota, vocablo formado por acronimia, esto es, crear una nueva palabra a partir de partes de otros vocablos, covidiota, formado a partir de COVID-19 e idiota. Este término es una adaptación del inglés covidiot y, al parecer, se emplea para aludir a las personas irresponsables que ponen en peligro a los demás, mientras incumplen las normas de distanciamiento y confinamiento establecidas por las autoridades sanitarias.

De cuarenta y -eno se formó el sustantivo cuarentena, registrado desde 1817 (5.ª edición) en los repertorios lexicográficos académicos — como así consta en el libro Crónica de la lengua española 2020, de la RAE — con el valor de ‘aislamiento preventivo a que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales’.

La familia léxica de cuarentena se ha ampliado considerablemente durante la pandemia de la COVID-19. De cuarentena se derivaron tres verbos, incorporados al DLE en su última actualización: cuarentenar, cuarentenear y encuarentenar. Asimismo, en 2020, la séptima acepción de este término fue enmendada, de ahí que ahora en la versión en línea del Diccionario podemos encontrarnos el significado siguiente: ‘aislamiento preventivo a que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas, animales o cosas’.

Las cuarentenas, aunque designan un tiempo de 40 días, meses o años, no necesariamente tienen que ser 40, pues también se refieren al ‘aislamiento preventivo a que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales’. No en vano, cuarentena fue una de las palabras más buscadas en el Diccionario durante el 2020, pues, mientras algunos no tenían claro el significado del término, otros dudaban de si era apropiado referirse a una cuarentena de 14 días o a dos semanas en cuarentena, que, desde luego, son válidos y perfectamente posibles.

Desescalada es otra de las palabras incorporadas al DLE en 2020. Este sustantivo alude al ‘descenso o disminución graduales en la extensión, intensidad o magnitud de una situación crítica, o de las medidas para combatirla’ y a la ‘reducción progresiva de las operaciones militares en un conflicto bélico’.

El antónimo de desescalada es escalada, término adecuado para referirse al ‘aumento rápido y por lo general alarmante de algo, como los precios, los actos delictivos, los gastos, los armamentos’, de ahí que, por extensión, se haya empleado para hablar del incremento de los casos de COVID-19. Estos significados nos llegan por influencia del inglés to escalate, término que el diccionario de Oxford define como ‘aumentar, subir, incrementarse algo rápidamente’.

Una de las acepciones de distanciamiento es ‘acción y efecto de distanciar o distanciarse’, precisamente con la que se ha usado más a menudo durante los últimos meses. Así, hemos oído hablar del distanciamiento físico (‘mayor o menor lejanía entre las personas, que puede medirse en metros’) y del distanciamiento social (‘grado de aislamiento de una persona o un colectivo en el seno de su sociedad’).

Sobre los matices de estas dos expresiones, la FundéuRAE ha apuntado lo siguiente: «pese a la cercanía semántica y su posible solapamiento en determinados contextos, conviene diferenciar ambas expresiones y optar por distanciamiento físico en aquellos casos en los que se apunta inequívocamente a los metros que se recomienda mantener entre dos trabajadores o clientes de un establecimiento, entre dos usuarios de un medio de transporte público o entre quienes comparten un parque…».

Infodemia es un término bien formado, ya sea resultado de la traducción de la voz inglesa infodemic o de la unión de información y epidemia; por lo tanto, lo recomendado sería escribirlo en redonda y sin comillas. La FundéuRAE precisó que la OMS emplea desde hace tiempo el anglicismo infodemic, término que se emplea para referirse a la sobreabundancia de información (alguna rigurosa y otra falsa) sobre un tema.

Asimismo, infoxicación es un neologismo válido. En español, se refiere a un exceso de información que llega a resultar difícil de procesar o asimilar. Se ha formado a partir de los sustantivos información e intoxicación. Lo recomendado es escribirlo en redonda, pues su creciente frecuencia de uso permite prescindir de las comillas y de la letra cursiva. Por esta razón, en la siguiente frase, dicho término se ha empleado apropiadamente: «La infoxicación o sobrecarga informativa, en muchos casos, crea una confusión que impide dar con lo que buscamos haciendo más difícil la tarea de elegir la información adecuada».

En 2020 el cubanismo nasobuco (no ⊗nasabuco) fue la palabra del año para «Buen Idioma». En la Mayor de las Antillas, el término nasobuco alude a la ‘mascarilla para proteger de agentes patógenos o tóxicos’. Está formado por elementos cultos: naso, del latín nasus, ‘nariz’ + buco, del latín bucca, ‘boca’ y, según la RAE, también puede entenderse como un acortamiento de nasobucofaríngeo o como deformación de nasobucal (protección nasobucal).

«Ambos formantes se atestiguan en el DLE en los adjetivos de ámbito anatómico nasofaríngeo ‘que está situado en la faringe por encima del velo del paladar y detrás de las fosas nasales’ y bucofaríngeo ‘perteneciente o relativo a la boca y la faringe’. Por tanto, nasobuco ‘mascarilla’ tiene la apariencia formal de una voz técnica, cuyos componentes (naso- y -buco) destacan las dos zonas principales que debe cubrir este objeto: la nariz y la boca», como destaca el libro Crónica de la lengua española 2020, de la RAE.

Que nasobuco no aparezca en el DLE ni en otras obras cubanas de referencia, como el Diccionario básico escolar (DBE) o el Diccionario ejemplificado del español de Cuba, no quiere decir que sea un término inadecuado. No obstante, para tranquilidad de los cubanos y de otros hablantes que lo escuchen, en la quinta edición del DBE, elaborado por el Centro de Lingüística Aplicada, de Santiago de Cuba, se incorporarán términos relacionados con la pandemia de COVID-19, a saber: coronavirus, mascarilla y, desde luego, nasobuco.

En 2020 se enmendó en el DLE la segunda acepción del sustantivo barbijo, el cual tenía las marcas regionales de Argentina y Bolivia, en donde se empleaba con el sentido de ‘pieza de tela con que, por asepsia, los médicos y auxiliares se cubren la boca y la nariz’. Con la nueva actualización, barbijo — presente en el Diccionario desde 1925 — agregó a este lema dos nuevos países (Paraguay y Uruguay) que también lo emplean para hacer alusión a la ‘mascarilla’.

En varios países americanos, también se emplea con este sentido el vocablo cubreboca (o cubrebocas, como se documenta en textos mexicanos), compuesto formado a partir del verbo cubrir y el sustantivo boca, similar en su estructura a otros que ya figuran en el DLE, como cubrebotón o cubrecabezas. Asimismo, en la última actualización del DLE, el término mascarilla modificó su segunda acepción como se muestra seguidamente: ‘máscara que cubre la boca y la nariz de su portador para protegerlo de la inhalación y evitar la exhalación de posibles agentes patógenos, tóxicos o nocivos. Mascarilla quirúrgica, sanitaria’.

Debido a la irrupción por todo el mundo del coronavirus causante de la COVID-19, una palabra que ha estado presente en la actualidad informativa de los últimos 12 meses ha sido, desgraciadamente, pandemia (‘enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región’).

No debe confundirse con epidemia, término que alude a la ‘enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, acometiendo simultáneamente a gran número de personas’ o al ‘mal o daño que se expande de forma intensa e indiscriminada’. Pandemia fue una de las palabras más buscadas en el DLE durante los últimos meses, característica que también compartió con epidemia, virus, inocuo, enfermedad y mascarilla, entre otras voces que demuestran el interés de los hablantes por conocer la nueva realidad a través de su lengua.

Pandemia proviene del griego πανδημία pandēmía ‘reunión del pueblo’. Desde 1925 tiene una entrada en el Diccionario académico (15.ª edición), tal cual la conocemos hoy. Después de la segunda mitad del siglo XIX empieza a documentarse en sentido recto, hasta que a inicios del siglo XX también comenzó a emplearse con usos metafóricos como se observa en este texto peruano: «Refiriéndose al Perú, agregaríamos que el robo presenta los caracteres de una pandemia nacional» (Nuestros licenciados Vidriera, de Manuel González Prada [1903]).

Es evidente que una situación sanitaria como la que vive el mundo traería nuevas palabras y les daría vigor a otras de poco uso. Tal es el caso de la voz sindemia, que designa una ‘sinergia de epidemias que comparten factores sociales y que coexisten en tiempo y lugar, interactuando entre sí’, es decir, una ‘situación en la que varias epidemias coexisten en el tiempo y se potencian mutuamente’.

Se trata de un neologismo válido que nos llega del inglés syndemic, formado por la unión de algunas sílabas de synergy y epidemic, es decir, sinergia y epidemia, respectivamente. Sobre la posible etimología de este vocablo, la FundéuRAE aclara que sindemia «también puede haberse formado a partir del prefijo sin-, que significa ‘unión’ y presente en términos como sincronía, simpatía o sinalefa, y el sustantivo epidemia».

Este vocablo está documentado en el Observatorio de palabras, de la RAE, en el que se explica que sindemia es un neologismo no asentado en el uso general, pero, como aclara la FundéuRAE, su uso no es censurable, por lo que, de emplearse, lo adecuado es que se escriba en redonda.

La selección de estas doce palabras — que, a nuestro juicio, ilustran cómo se ha comportado el léxico en estos tiempos de pandemia — demuestra una vez más cuánta razón tenía el poeta latino Horacio al expresar en su Arte poética que, «como el bosque muda de follaje al declinar del año y caen las hojas más viejas, de la misma manera perece la generación antigua de palabras y, al modo de los jóvenes, florecen y tienen brío las nacidas hace poco […]. Rebrotarán muchas palabras que ya habían caído y caerán las que ahora están de moda, si así lo quiere el uso, en cuyo poder residen el arbitrio, la autoridad y la norma de la lengua».

Tomado de la revista Juventud Técnica. 

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