Día del Idioma. Foto: Freepik. |
¿Pero por qué justamente un 23 de abril? La razón es que ese día, pero del año 1616, se notificó la muerte de Miguel de Cervantes y Saavedra, autor de la extraordinaria novela El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Asimismo, en esta fecha, murieron otros grandes de la literatura universal, como el dramaturgo inglés William Shakespeare (probablemente la fecha de su nacimiento y muerte según el calendario juliano) y el escritor peruano, el Inca Garcilaso de la Vega.
Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) eligió esta fecha para conmemorar el Día Internacional del Libro. En España, por ejemplo, cada 23 de abril entregan el Premio Cervantes, la mayor distinción a la que puede aspirar un escritor en lengua española. Para orgullo nuestro, dos cubanos merecieron tal galardón: Alejo Carpentier (1977) y Dulce María Loynaz (1992).
Este «buen idioma», como lo catalogara Neruda, tuvo su génesis en Castilla, España, hacia el siglo IX d. C., por eso muchas veces oímos hablar de la lengua española o castellana. Así, podemos asegurar que «El español/castellano es la lengua materna de 400 millones de personas».
Como señala el libro Las 500 dudas más frecuentes del español, elaborado por el Instituto Cervantes, «Castellano y español son, pues, dos sinónimos en igualdad de condiciones. El "problema" del nombre de la lengua es en realidad una falsa polémica, que debe considerarse ya superada y que, en cualquier caso, habría que dejar fuera de la controversia política o el enfrentamiento social».
Por tal razón, esta obra afirma que, «Con el nombre de castellano, o con la expresión lengua castellana, se alude a la región española en la que nace la variedad lingüística. Con el nombre de español, igual que con lengua española, se enfatiza el país en el que esta lengua se generaliza y desde el que se extiende después por el resto del mundo».
El español siempre está en constante renovación. El Diccionario académico ya documenta cerca de 93 000 palabras que, luego de siglos de historia, nos han llegado del árabe, como almohada, albahaca y alhelí; otras como tomate, papa, chocolate, de origen indígena; algunas del francés, como jardín y afiche; otras del italiano, como ópera, charlar y acuarela; y, por supuesto, del inglés, como béisbol, líder y turista.
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